Enamorando a Zen [Spicy]

"Pasión entre Bastidores"

El camerino se sentía más pequeño de lo normal, el aire cargado de emociones y algo más. Después de aquel beso, la distancia entre Hyun y yo parecía haberse evaporado por completo. Sus ojos, brillantes como la luna, me miraban con una intensidad que hacía que mi corazón se acelerara.

“𝘔𝘊,” murmuró, su voz más baja, más grave, mientras sus dedos trazaban una suave caricia en mi mejilla. “𝘕𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘦́ 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘰𝘥𝘳𝘪́𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘦𝘢𝘳 𝘢 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘦𝘰 𝘢 𝘵𝘪.”

Antes de que pudiera responder, sus labios encontraron los míos nuevamente, esta vez con una pasión desbordante. Su beso era exigente, lleno de un anhelo contenido durante demasiado tiempo. Sus manos, firmes y seguras, se deslizaron por mi cintura, acercándome aún más a él, mientras mi espalda se apoyaba contra la pared del camerino.

“¿𝘌𝘴𝘵𝘢́𝘴 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘰?” preguntó, su voz entrecortada mientras su frente descansaba contra la mía.

“𝘊𝘰𝘯𝘵𝘪𝘨𝘰, 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦,” le respondí, dejando que mis manos se enredaran en su cabello plateado.

Sus labios descendieron a mi cuello, dejando un rastro de besos que enviaban escalofríos por mi piel. Su aliento cálido y sus suaves mordiscos eran suficientes para hacerme perder la noción del tiempo. Cada movimiento suyo era meticuloso, como si estuviera coreografiando la escena más importante de su vida, pero esta vez, el escenario éramos nosotros.

Su cuerpo se movía con gracia y fuerza, como el bailarín natural que era. Sus manos, cálidas y firmes, trazaban cada curva de mi cuerpo, haciéndome sentir como si estuviera en el centro de su universo. El calor entre nosotros crecía con cada segundo, y sus susurros llenos de deseo resonaban en mi oído como una melodía escrita solo para mí.

“𝘔𝘊,” dijo entre jadeos, mientras sus ojos se encontraban con los míos. “𝘕𝘰 𝘴𝘦́ 𝘤𝘰́𝘮𝘰 𝘭𝘰𝘨𝘳𝘢𝘴 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘪𝘦𝘳𝘥𝘢 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘰𝘭, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘯𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘥𝘦𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳𝘮𝘦.”

Sus palabras, cargadas de vulnerabilidad y deseo, me hicieron temblar. Hyun, quien siempre había sido un modelo de disciplina y perfección, ahora me mostraba una parte de sí mismo que pocos conocían: su pasión desenfrenada, su necesidad de conectar de la manera más íntima posible.

Mientras el mundo exterior se desvanecía por completo, solo quedábamos él y yo, perdidos en una danza apasionada entre bastidores, donde las máscaras se habían caído y la única verdad era lo que sentíamos el uno por el otro. En ese instante, supe que Hyun no solo era un actor brillante en el escenario, sino también el protagonista perfecto de mi vida.